Montado a caballo, vestido con sotana y cubierto con un sombrero de ala ancha, fray Agustín encabezó la procesión del Domingo de Ramos por las calles empedradas y polvorientas del municipio de Piraera, en el departamento de Lempira.

El sacerdote destacó entre los feligreses por su estatura, su porte y su tez blanca que, a pesar de pastar bajo el sol, todavía no luce quemada. Pero lo que más destaca es su amabilidad, humildad y su trato hacia la gente del interior.

Ese día decidió cubrirse su tradicional capirote gris y su cinturón de tres nudos que recuerdan la pobreza, la castidad y la obediencia, los tres pilares de la orden que representa, para vestir la sotana y la estola roja que visten todos los sacerdotes. Prenda que usan los sacerdotes cuando comienza la Semana Santa.

Acaba de cumplir 46 años y lleva casi tres años en Honduras. Vivió una infancia feliz en una familia católica muy unida. Hijo de un soldado inglés, nació en Alemania, pero vivió en muchos lugares como Nigeria y otros países africanos.

Decidió unirse a la Congregación de los Franciscanos de la Renovación, fundada en 1987 por ocho frailes. Su vocación como discípulos de Jesús y verdaderos hijos de San Francisco es la de convertirse en auténticos hombres de oración, que es el corazón de su estilo de vida. Misionan por todo el mundo y así estuvo el hermano Agustín en Nueva York, Londres, Nicaragua y hoy en Honduras.

Al llegar a Honduras, el fraile fue destinado al servicio del Santuario Santiago Apóstol el Mayor en Piraera, Lempira. El municipio se ubica a 105 kilómetros de Gracias, cabecera departamental de Lempira, y para llegar se pasa por los municipios de Santa Cruz, San Andrés, Erandique y Gualcinse.

Hay que transitar por calles de tierra, abandonadas como en todo el sur de Lempira, donde en verano abunda el polvo y en invierno el barro hace de las suyas.

Acostumbrado a calles e infraestructuras del primer mundo, no tiene problema en vivir entre la pobreza y la falta de comodidades. “Mi razón de ser misionero en Honduras es porque me atrae la fe del pueblo y es una experiencia del sacerdocio misionero. Llegué a Piraera por invitación del obispo de Gracias, monseñor Walter Guillén”, dice.

Fue recibido en el municipio con alegría y agradecimiento porque por difícil que parezca en esos pueblos un sacerdote atiende cualquier número de lugares, el obispo llega sólo ocasionalmente y en algunos pueblos la misa es una vez al mes.

Son lugares donde la gente mantiene un respeto especial por sus líderes católicos y en medio de la humildad tratan de ofrecerles lo mejor, así es la feligresa de Lempira.

Así que no fue difícil encariñarse con el fraile, hoy muy conocido en la zona por su labor misionera, pero también por ser muy activo en las redes sociales. En Instagram en su cuenta crf.mission.piraera y en Facebook Made for Love evangeliza y muestra al mundo la obra y los testimonios de vida de las personas. “Me gustan las redes sociales, aunque requiere disciplina, pero sigo las noticias internacionales y por eso uso Instagram y Facebook como parte de la misión de evangelización”, dice el fraile.

Para el franciscano servir a la gente es una alegría y una bendición. «Son ricos en fe y muy generosos», afirma. Confiesa que Piraera es una parte del país con paisajes increíbles y vive encantado por las vistas y la naturaleza.

Su español es bueno a pesar de venir de Inglaterra y afirma que permanecerá en Honduras mientras tenga salud, energía y permiso de sus superiores. “Cada día me conmueve la bondad de este pueblo”, afirma.

Y el fraile hace un trabajo increíble en ese ámbito y es normal verlo jugando con los niños en canchas de fútbol improvisadas, conversando con la gente y animando a muchos a seguir adelante. “Siempre quiero animar a los jóvenes. Siempre hay esperanza con Jesús y él tiene una misión para ellos en la tierra”, dice. Su humildad es un ejemplo y su obra de evangelización es grande.

“El hermano Agustín es una excelente persona, muy humilde y comprometido con la gente que menos tiene. Siempre visita y ora por los enfermos”, dice el alcalde de Piraera Deydin Mendoza.

Sin duda, el fraile practica lo que dijo San Juan Pablo en una de las Jornadas Mundiales de la Juventud y que se lee en la página web de su congregación. “El evangelio no puede permanecer escondido por miedo o por indiferencia. Hay que ponerlo en un portalámparas para que la gente pueda ver su luz”.

En eso se ha convertido el hermano Agustín, una luz para los feligreses de Lempira ávidos de la palabra de Dios, el don del servicio y el buen trato. En un buen momento hermano. Gracias por su trabajo.