WASHINGTON, ESTADOS UNIDOS.- Él exsecretario de Estado de los Estados Unidos Henry Kissingerconsiderado una figura clave en la diplomacia estadounidense en la era de la posguerra Segunda Guerra Mundial, fallecido el miércoles a la edad de 100 años, informó su asociación.

«Dr. Henry Kissinger, un respetado académico y estadista estadounidense, murió hoy en su residencia en Connecticut”, anunció Kissinger Associates en un comunicado el miércoles por la noche.

Promotor de un acercamiento con Moscú y Pekín en los años 1970, este premio Nobel de la Paz también vio su imagen empañada por páginas oscuras de la historia de Estados Unidos como el apoyo al golpe de Estado de 1973 en Chile, la invasión de Timor Oriental en 1975 y, sobre todo, la guerra de Vietnam.

Diplomático tan escuchado como controvertido, este hombre de voz ronca gustaba de discutir sus ideas ante los periodistas y en conferencias internacionales. Fascinando a sus audiencias con su longevidad y vasta experiencia, algunos lo consideraban un gran sabio y otros lo detestaban, quienes lo veían como un criminal de guerra.

El hombre, que había celebrado su centenario en mayo, mantuvo la atención de figuras mundiales muchas décadas después de dejar sus responsabilidades en los asuntos internacionales. Por ejemplo, en julio viajó a Beijing para reunirse con el presidente chino Xi Jinping.

Nobel de la paz

Heinz Alfred Kissinger, un judío alemán nacido en 1923 en Baviera, se naturalizó estadounidense a la edad de 20 años. Hijo de un maestro de escuela, se unió a la contrainteligencia militar y al ejército estadounidense antes de estudiar en Harvard, donde más tarde enseñó.

Con sus característicos anteojos grandes, se estableció como el rostro de la diplomacia global cuando el republicano Richard Nixon lo llamó a la Casa Blanca en 1969 como asesor de seguridad nacional y luego secretario de Estado, cargos que ocupó de 1973 a 1975.

Siguió siendo un maestro diplomático hasta 1977 bajo la presidencia de Gerald Ford.

Fue entonces cuando comenzó la distensión con la Unión Soviética y el deshielo de las relaciones con la China de Mao, durante viajes secretos para organizar la histórica visita de Nixon a Beijing en 1972.

También dirigió, siempre en el mayor secretismo y en paralelo a los bombardeos de Hanoi, las negociaciones con Le Duc Tho para poner fin a la guerra de Vietnam.

La firma de un alto el fuego le valió el Premio Nobel de la Paz compartido con el diplomático norvietnamita en 1973, uno de los más controvertidos en la historia del galardón.