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​En abril de 2025, un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos reveló un aumento significativo en la prevalencia del autismo infantil en el país. Según los datos más recientes, 1 de cada 31 niños de 8 años ha sido diagnosticado con un trastorno del espectro autista (TEA), lo que representa una mejora en la identificación y diagnóstico de la condición.​

Este aumento en las cifras de diagnóstico no se atribuye solo a una mayor concienciación social o a la expansión de los criterios de diagnóstico, sino también a iniciativas más efectivas para reconocer y diagnosticar el TEA en comunidades que tradicionalmente han tenido menos acceso a servicios sanitarios. Por ejemplo, se ha notado que los niños asiáticos, afroamericanos e hispanos muestran una mayor prevalencia de autismo en relación con los niños blancos. Este cambio posiblemente refleje una mejor identificación, concienciación y acceso a los servicios entre los grupos previamente desatendidos.

Además, el informe destaca que los niños con TEA están siendo diagnosticados a edades más tempranas. En 2018, fue un 50% más probable que los niños fueran diagnosticados con autismo antes de los 4 años en comparación con 2014. Este avance es crucial, ya que la detección temprana permite una intervención más efectiva y mejora las perspectivas de desarrollo para los niños afectados.​

A pesar de estos avances, la pandemia de COVID-19 tuvo un impacto negativo en la detección temprana del autismo. Durante los primeros meses de la pandemia, se observó una disminución en las evaluaciones y diagnósticos de TEA en niños de 4 años, lo que podría tener efectos duraderos en la identificación y apoyo de estos niños.