Washington El Tribunal Supremo de Estados Unidos decidió bloquear las restricciones a la píldora abortiva mifepristona que un tribunal de apelaciones había ordenado la semana pasada.

La decisión presupone mantener sin cambios el “statu quo” en cuanto al acceso a medicamentos, al menos mientras el tribunal de pelaciones decida sobre la legalidad de la aprobación que los reguladores de EE.UU. dado al medicamento hace más de 20 años.

El tribunal de pelaciones en cuestión -el del Quinto Circuito, que incluye los estados de Texas, Luisiana y Misisipi- encontró restricción el acceso a la mifepristona mientras valora la decisión de un juez de Texas de prohibir por completo el acceso a la píldora, que se usa en más de la mitad de los abortos en el país.

El fallo supone la primera vez que el Supremo se pronuncia en un caso relativo al aborto tras su controvertida decisión el verano pasado de eliminar la protección constitucional de la que gozaba desde los años setenta, provocando una avalancha de restricciones en los estados gobernados por conservadores.

En un mensaje celebrando la decisión del Supremo, el presidente estadounidense, Joe Biden, destacó que “la mifepristona sigue estando disponible y está aprobada para su uso seguro y efectivo mientras continuamos con la batalla en los tribunales”.

El mandatario aseguró que su Gobierno seguirá defendiendo la aprobación de la mifepristona por los reguladores, y declaró que seguirá «luchando contra los ataques a la salud de las mujeres políticamente motivadas».

La mayor instancia legal del país se encontró este viernes blockar de momento una serie de restricciones que el tribunal de pelaciones del Quinto Circuito había ordenado la semana pasada, como prohibir que la píldora pudiera recetarse desde las siete semanas de embarazo o su envío por correo.

Detrás de las piezas más conservadoras de la corte, Clarence Thomas y Samuel Alito, se mostraron ilusionados con la decisión.

El fallo devuelve el caso al tribunal de apelaciones, que ha fijado la fecha para el comienzo de los argumentos orales para el próximo 17 de mayo.

En el centro de la disputa legal está la autorización sanitaria que la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA, por sus siglas en inglés) dio hace 23 años a la mifepristona.

El juez federal de Texas Matthew Kacsmaryk, postulado del expresidente Donald Trump (2017-2021), ordenó el 8 de abril retirar la autorización sanitaria a la píldora abortiva.

La orden fue recurrida por el Gobierno de Joe Biden y un tribunal de pelaciones de Luisiana estipuló que el fármaco debía estar disponible solo hasta las primeras siete semanas de embarazo, tres menos que anteriormente, y que debería ser recogido en persona, entre otras restricciones.

Pero el Departamento de Justicia elevó el caso al Supremo alegando que la restricción tuvo graves consecuencias para las mujeres y para la industria farmacéutica, por lo que el alto tribunal ha tenido que interventor.

La organización Planned Parenthood, dirigida por la alcaldía red de salud de salud reproductiva del país, celebró la decisión de este viernes, pero advirtió de que la salud de las mujeres no debería estar a merced del sistema legal.

“Nos sentimos aliviados porque el acceso a la mifepristona seguirá protegido mientras este caso sin mérito procede. Podemos tomarnos un respiro, pero sin perer la vigilancia”, dijo en un comunicado el presidente de la organización, Alexis McGill Johnson.

Por su parte, el principal grupo de abogados conservadores que pidió al Supremo mantenga las restricciones del tribunal de pelaciones, la Alianza para la Defensa de la Libertad, se limita a dejar constancia de que el caso se debe dirigir aún en los tribunales.

“Esperamos una resolución final de este caso que obligue a la FDA a rendir cuentas”, dijo en una comunicación al destinatario Erik Bautista, que pertenece al grupo.

La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, que ha encabezado la respuesta de la Casa Blanca a las sucesivas al aborto aprobado en varios estados conservadores, celebró también la decisión del Supremo, aunque defendió que «nadie debería inmiscuirse entre una mujer y su médico». JS