El Bar ‘Tito Aguacate’, el más popular de Tegucigalpa, ha servido al historiador Rolando Sierra para presentar su más reciente libro, dedicado al maestro y promotor cultural hondureño Juan Domingo Torres, fallecido en 2010.

“La idea de este libro fue rescatar una de las figuras que considero más importantes en el campo de la cultura, las artes y, sobre todo, la gestión de la palabra en Honduras, como lo es Juan Domingo Torres, quien nació en 1954 y murió en 2010”, dijo Sierra a Efe.

Torres fue uno de los principales críticos de arte.

Sierra eligió a ‘Tito Aguacate’ para presentar su ensayo, «Juan Domingo Torres Memoria y gestión de la palabra», porque en ese bar, que en febrero cumplió 79 años, Torres «también se convirtió en un gestor de la palabra».

El bar sigue siendo punto de encuentro de sabrosas tertulias de escritores, músicos, pintores, historiadores, poetas, escultores, periodistas, albañiles, médicos, algún que otro abogado de barrio, artistas de teatro y pintores de casas que cobran por metro cuadrado, entre otros. Otros clientes, muchos de ellos disfrutando de un ‘calambre’ frío, la bebida de la casa, a base de ginebra, vino tinto y limón, recomendada para aliviar la resaca o iniciar una reunión bohemia.

“Muchas veces en este lugar todos los que estábamos allí simplemente nos quedábamos en silencio y escuchábamos todas estas historias y chistes que contaba Juan Domingo. Él podía narrarlo todo, si viajaba al interior, a otro país o a sus reuniones familiares, venía a contarnos aquí en ‘Tito Aguacate’, que siempre fue su plaza”, anotó Sierra.

Torres, profesional de las ciencias sociales, estudió en la ex Escuela Superior de Normalización y en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, en Tegucigalpa.

Desde 1979, hasta el año de su fallecimiento, 2010, se desempeñó como docente de Historia del Arte; Estética y Crítica Artística de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Además, fue uno de los principales críticos de arte y curadores que ha tenido el país.

Al respecto, Sierra recordó que “no hubo presentación de arte sin la presencia de Juan Domingo Torres”, quien fue un hombre cuyas narrativas fueron orales, no escritas, aunque sobre el arte y sus tendencias en Honduras sí escribió varios artículos y ensayos. .

¿Quién contará ahora las historias como lo hizo Torres?

“Nadie que lo haya conocido puede negar la estrecha relación que tuvo su vida con el mundo de la cultura y las artes, así como sus inquebrantables posiciones humanas e ideológicas, pero sobre todo su gran capacidad para narrar, contar, transmitir oralmente. . sus propias vivencias o las de la propia historia hondureña, con un especial sentido del humor, como un verdadero gestor de la palabra”, señala Sierra en su ensayo.

Torres se mostró preocupado por la poca importancia que muchos hondureños le dan a la memoria, y dijo que uno de los principales problemas del país es precisamente el olvido, el no tener memoria del pasado.

Para Torres era muy importante generar memoria desde la perspectiva de la oralidad, del manejo de la palabra, lo que lo convirtió en un narrador profesional y narrador natural, recordando el pasado de Honduras y sus regiones.

Con la muerte de Torres, a juicio de Sierra, se impone un desafío para la sociedad hondureña actual: “¿quién va a seguir contando, quién va a seguir narrando estas historias?”.

“Es un desafío para la sociedad hondureña actual, para nosotros en este momento, de cómo o qué tenemos que narrar de nuestro presente para que seamos recordados en el futuro. Ésta es la continuidad que considero que se le debe dar a la obra de Juan Domingo Torres”, subrayó Sierra. EFE